Vamos con mitología grecolatina (o clásica, como prefiráis llamarla). Dentro de esta mitología son especialmente llamativos dos relatos que, si bien no son de carácter escatológico (término que se aplica a aquellos relatos que especulan acerca del fin del mundo), como el Ragnarok o el Apocalipsis, sí que tiene una dimensión colosal, al estilo de las anteriores: la Titanomaquia y la Gigantomaquia.
Entre ambos relatos se ha producido a menudo una gran confusión, que no es nueva, pues ya los autores clásicos hablaban simplemente de una gran batalla, no de dos, lo que hace pensar que cada uno englobaría involuntariamente la otra batalla dentro de la mencionada: Hesíodo mencionaba exclusivamente la Titanomaquia, que será la que se trate en esta entrada, y Ovidio la Gigantomaquia.
-Antecedentes: Anteriormente, en el cielo gobernaba Crono, el Titán más joven, tras haber derrocado a su propio padre Urano con la ayuda de su madre Gea (la Tierra). Cuando gobernaba en el cielo, Urano había encerrado en el Tártaro a los Titanes hermanos de Crono, por lo que lo primero que hizo este al subir al poder fue liberar a sus hermanos. Sin embargo, Urano, antes de ser derrocado, profetizó a Crono que los hijos de este le derrocarían de la misma manera que Crono hizo con él. Para evitar esto, fue devorando uno a uno a todos los niños que tenía con su esposa y hermana Rea.
Dos de los cuadros más famosos que muestran este motivo: Saturno devorando a sus hijos, de Goya (1819-1823), y Saturno, de Rubens (1636) |